Mayo 12, 2004

CHAT POST OPERA

Hoy no llovió y mi ayudante el doctor Geranio Blas me habló del caso de una mujer que entendía las cosas al revés. A lo cual respondí sin muchas vueltas que todas hacen lo mismo. Molesto, el joven me contó que esta señora, E.E., siempre replicaba con salidas inusitadas a sus requerimientos. Que si necesitaba tomar cierta medicación no lo hacía, que si era necesario inyectarle en el brazo derecho, acercaba el izquierdo. Que si llovía y nadie estaba en el patio, ella era la primera en salir a pasear. Noté un dejo de agotamiento en sus comentarios. Abandoné la idea de volver a casa para ver un poco de televisión y lo invité a discutir el tema en mi despacho.
-Bottletramp, esta mujer me va a enloquecer.
-No lo entiendo Blas- todas nos hacen lo mismo- expliqué desalentado, recordando ciertas experiencias de convivencia de mi pasado.
A todo esto busqué en la ficha de EE la razón por la cual había sido internada en la clínica.
Ella y su mejor amiga eran adictas al chat. Eso también me lo había acentuado el doctor Blas, pero no le di mayor importancia ya que hay millones de personas alrededor del mundo dedicadas a ese mismo menester.
Blas se sacudió en su asiento, resopló un poco y dejó entrever que en este caso había una diferencia abismal con la otra gente que yo mencionaba.
Ella- profirió – había conocido a un buen muchacho por ese medio.
De maravillas, pensé y dije, ya que es muy positivo un acercamiento con el otro sexo de cualquier manera que se presentare, y más aun con un sistema tan moderno.
Pero Blas detalló desde su aburrimiento y cansancio que se había encontrado con el mismo hombre que era el novio de su mejor amiga.
La del chat, dije, razonando un poco.
Exacto, doctor- ella conoció por el chat al mismo hombre que su amiga -.
Entre millones de internautas esas dos mujeres habían tenido la desgracia de conocer al mismo hombre por el mismo medio.
Lo peor es que se habían enamorado locamente, perdón por la expresión, por el mismo don Juan del chat.
El mismo vivía en una ciudad distante y visitaba durante el mes a una o bien a la otra. Era un tipo atractivo, excitante, bastante bien vestido y limpio, como EE aseguraba en sus distantes encuentros con otros doctores de la clínica.
Una vez que Blas hubo abandonado mi despacho, comencé a pensar en la exactitud de fechas y horarios de los encuentros. La perfección para llevar la vida de dos mujeres solas y desesperadas con su vida de juegos y travesuras por doquier. Era un hombre especial, me dije aquella noche.
Tuve ciertas entrevistas con EE poco después de esa charla. La pobre mujer no quería amar nunca más en su vida. Estaba aterrada, dolorida y ya nada tenía sentido. Había perdido su amor y a su mejor amiga.
Su proyecto de vida estaba destruido, terminado. Al notar que siempre le iba a llevar la contra a todo lo que dijese un hombre comencé a autorizarla a salir al patio en los peores días del año. A que tomara las medicaciones que quisiera y en definitiva que hiciera lo que se le cantase.
En mi conferencia, EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CHAT, en Bombay, muchos se levantaron en contra mía por mi exceso de permisividad con respecto a la paciente. Me silbaron, me escupieron y hasta algunos me llamaron de chamán de cuarta.
Me retiré en silencio ignorando totalmente a todo el auditorio.
EE abandonó la clínica hace unas semanas, asumió su homosexualidad al darse cuenta que ella estaba con el mismo hombre que su amiga al desear en silencio, inconscientemente a su propia amiga.
Ella ahora frecuenta bares gay y es muy feliz. Su amiga sigue con el Don Juan del Chat.

Escrito por Martxoa en: Mayo 12, 2004 10:17 AM | TrackBack
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