Mayo 11, 2004

MORTAL COMBAT

El doctor Núñez Núñez tomó asiento y comenzó su conferencia sobre LA NADA REVISITADA. Tosió, bebió de una copa plena de agua mineral con gas, sus ojos se agrandaban, se achicaban, buscó acomodo en su silla, volvió a toser. Todo esto (por suerte) no duró más de veinte minutos. De repente se incorporó recogió algunos papeles que estaban sobre la mesa y se retiró solemne. Nosotros comenzamos a aplaudir tímidamente y luego se sintió una explosión de manos que afirmativamente aceptaban su trabajo magistral de su definición de la NADA. Todos aplaudieron menos el doctor Cork Bottletramp. Salimos del auditorio y fuimos directo a un bar que quedaba en la esquina de ese lugar. Allí café mediante Cork me explicó su renuencia.
“No lo aplaudí bajo ningún concepto porque yo conozco bien a ese Dr. Núñez Núñez .
Hace tiempo que coincidimos en una clínica especial y los dos tratamos a una joven que había sufrido algunos trastornos bastantes marcados. Comenzó por escupir e insultar a los vecinos del barrio. Y luego atentó contra algunos autos de esa gente. Su madre tuvo que llamar a una emergencia y fue internada en esa clínica que mencioné anteriormente que se encuentra en el Parque Rodó. La muchacha hablaba sola, insultaba y decía haber tenido contactos con su señor Jesucristo. El doctor dijo que era una delirante y le medicó inmediatamente. Yo me presenté ante ella y comencé a hablarle para saber ante quién estaba parado. Una hermosa joven que ante mí sólo habló de religión, sus contactos con la Iglesia, su amor frustrado con un cura también de su edad, pero no aportó mayores cosas. Yo, en mi informe dije que no era nada serio y que se le diera el alta en una semana, con un seguimiento por algún siquiatra que le interesara el tema. Usted sabe Iribarren, que estoy harto de los delirios místicos y otras cosas parecidas. El doctor Núñez Núñez me fue a interpelar por mi informe. Dijo que no veía la gravedad del asunto por mis deformaciones gestálticas, humanistas, etcétera y me dijo que esa joven no iba a salir de esa clínica así nomás. No tuve menos que reirme de ese fanático de la medicación y del electroshock. Unos días después ingresé en la casa de salud y me siguió el doctor con un espíritu represor realmente avergonzante. Esa mujer, dijo, está totalmente loca, dice tener relaciones con Dios y yo no voy a permitir que usted le de de alta. Fui en su busca e ingresé en su cuarto, pude ver que ella había juntado diversos objetos más o menos fálicos y le pregunté para qué servían. No me contestó o quizá se salió por la tangente con evasivas. Hablé con una enfermera de mi confianza y me dijo: Ella objeto que agarra se lo pone ya sabe donde doctor”. Me alegré que en su aburrida estadía en el nosocomio practicara distintas formas de masturbación. Pero al pacato dr. Núñez Núñez no le gustó en absoluto. Habló que no era un onanismo común si no que era producto de su delirio místico. Durante el día visité su cuarto reiteradamente pero no logré nada. Esa noche pasé por las duchas femeninas y sentí jadeos y exclamaciones fuertes de placer. Sin duda, era ella. Esperé que saliera para abordarla pero no atiné a hacer nada. Vi que salió la muchacha cansada pero muy satisfecha con una especie de objeto construido por ella misma similar a un consolador. Le pregunte a que se debian esos ruidos y ella contestó que había tenido relaciones con algun dios. Una enfermera que por ahí pasaba comentó que si necesitaba sexo que no se hiciera la pelotuda mística. Pero yo la acompañé hasta su cuarto y hablamos un poco sobre el Viejo Testamento y el Nuevo, por supuesto. El valor de la cristiandad en nuestros tiempos. El pacato hipócrita del doctor conferencista le allanó el cuarto y le quitó su colección de objetos. Ella inmediatamente cayó en una fuerte depresión. Fui a un Sex Shop y a escondidas le regalé un hermoso consolador a pilas. Furioso Núñez Nuñez me gritó que yo era un ordinario, un loco de la cabeza, que los gritos de la enferma se sentían de todos partes y que era una vergüenza para los visitantes. Fui en busca del cura joven que ella tanto idolatraba y los dejé que se quedaran solos en la habitación por unas horas. Me senté en mi escritorio y sentí ahora otro tipo de grito. Antes era como un lamento, como una queja, era gozo e insatisfacción mezclados. Ahora se sentían jadeos y gemidos de dos. Encendí mi pipa y cuando se calmaron le dije a la enfermera que le permitiría al joven visitar a la muchacha todas las veces que quisiera, a lo cual el curita aceptó con agrado porque en definitiva estaba haciendo algo por el prójimo.
-Usted está más loco que todos los locos de este manicomio , Dr. Cork. Qué se cree qué es esto? Un mueble? Un hotel de cuarta?
Me incorporé lentamente y al conferencista, al quinto grado en siquiatría, al profesor le dije: Déjese de joder, Nuñez.
Pedí agua mineral, y me supuse que ahora la muchacha estaría practicando tantra, o taoísmo sexual. Me la imaginé un instante, luego pagamos y nos fuimos a tomar el ómnibus.

Escrito por Martxoa en: Mayo 11, 2004 12:23 PM | TrackBack
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